• Aguas Santas Coronada
  • Romería del Convento
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titulo

 

"Hoy los fieles con júbilo cantan,

que un poder misterioso guardó,

a la Madre de Dios de Aguas Santas,

para ser nuestro amparo y favor"

(Fragmento de una copla antigua.)

 

estampa
Cuadro de la aparción de la Virgen al pastor Juan Bueno, propiedad de José Mª Sarmiento Martínez

 

La Virgen de Aguas Santas dejó bien claro desde el primer momento que era en el lugar de su aparición donde quería permanecer, que aquel era el sitio elegido por Ella para que se le venerase. La Ermita del Convento con su Fuente de Aguas Santas ha sido durante siglos y sigue siéndolo en la actualidad, un lugar privilegiado de encuentro del hombre con la Madre de Dios. Villaverde fue distinguido por la Virgen, y siempre los villaverderos han experimentado su especial protección y han reconocido como lugar sagrado el de su aparición. Se tiene constancia de muchos favores concedidos por mediación de la Imagen y del agua de la fuente a través de toda su larga historia. Los guardianes del convento de Aguas Santas dejaron relatados por escrito un total de 68 milagros ocurridos durante los siglos XV al XVIII; también se tiene constancia de otros concedidos posteriormente.

Han contribuido a la fama de la Virgen de Aguas Santas y al aumento de su devoción tanto su poder de conceder favores personales, como su intercesión en grandes catástrofes. Su último favor colectivo, reconocido por todo Villaverde como milagro fue cuando la crecida y la fuerza del río Guadalquivir rompieron el muro que tradicionalmente defendía al pueblo de las riadas por la llamada Cañada de la Molineta. Ocurrió el 18 de Febrero de 1.963. El pueblo entero se inundó y las zonas más bajas (Los Remedios, la Heza, el Castillo, el Lejío,...) quedaron bajos las aguas. En la madrugada del día siguiente, cuando el agua, que no había dejado de subir, estaba a punto de entrar en la iglesia, situada en lo más alto del pueblo, el párroco, Juan Barrios Olier, sacó al porche la Imagen de Ntra. Sra. de Aguas Santas. Se avisó a la gente, y quien pudo se acercó a la plaza; los demás rezaban en sus casas; todos lloraban y pedían a la Virgen que acabara aquella pesadilla. En aquel momento el agua dejó de subir y en pocas horas el pueblo quedó seco.

riada1Pero no solamente los vecinos de Villaverde han experimentado y experimentan favores de la Virgen. En los relatos de milagros nos encontramos con personas venidas de Cantillana, Brenes, Alcalá del Río, Sevilla y, a veces, de sitios no tan cercanos; incluso de lugares lejanos como Extremadura, Galicia o América. La mayoría de estos favores se experimentan ante la presencia de la Imagen y al beber o bañarse en el agua de la fuente; otros ocurren al invocar el nombre de la Virgen, al ungir con aceite de su lámpara o al imponer una prenda suya en el peligro, la necesidad o la enfermedad.

La fama de la Virgen de Aguas Santas extendió su devoción a otros lugares del arzobispado; así en Ardales (Málaga), que siempre fue archidiócesis de Sevilla, tienen por Patrona a la Virgen de Villaverde, título posiblemente derivado de nuestra Virgen. Los franciscanos llevaron la advocación de Aguas-Santas a otras tierras, como a Extremadura, donde se venera como Patrona en Jerez de los Caballeros y en Salvaleón, y América, concretamente a Perú y Ecuador, donde rezan a la Virgen con nuestro mismo nombre de Aguas Santas.

En esta época en que tanto se habla de incredulidad, es asombroso la cantidad de testimonios de personas que acuden a la ermita, a la iglesia o a la hermandad a depositar su ofrenda, la mayoría de las veces anónima, como agradecimiento a un favor recibido. ¡Qué misterio más grande contemplar a la gente sencilla acercarse con total confianza a Ella, la Reina de los Cielos, sin cita previa ni protocolo, segura de ser recibida y escuchada!

La Imagen de la Virgen de Aguas Santas ha sido siempre a lo largo de su historia una Virgen viajera. A ello han contribuido en gran medida dos circunstancias: el origen sevillano que la leyenda le atribuye y la propiedad del término municipal de su aparición. Efectivamente, al ser Villaverde señorío de la Iglesia de Sevilla desde la conquista cristiana, el arzobispo y el cabildo de la catedral se sentían dueños de la Imagen. A ello contribuía además la leyenda, pero basándose en ella y para no contradecir los deseos expresados en la aparición, cada vez que la Imagen iba a Sevilla había acuerdo escrito del tiempo de permanencia en la ciudad. Cuenta uno de los milagros que en cierta ocasión en que la llevaron con intención de quedársela, la Imagen se volvió misteriosamente a su ermita. Pero las peticiones de llevar la Virgen a Sevilla no sólo venían del arzobispo y del cabildo catedralicio; a veces era la cofradía sevillana de Aguas-Santas o el cabildo municipal de la ciudad quien hacía la solicitud.

¿Cuál era el motivo por el que la Virgen de Aguas Santas viajara a Sevilla? Siempre era para remediar algún mal; especialmente, con motivo de las sequías, pero también la llevaban para combatir epidemias, tan frecuentes en siglos pasados.

La Virgen, para viajar a Sevilla era colocada en unas sencillas andas llevadas por clérigos, a veces miembros del cabildo de la catedral, otras, sacerdotes cofrades. Tan sólo hay constancia de dos ocasiones en que no fue en andas: una vez en el siglo XVI fue llevada a caballo por la premura de tiempo y otra, en 1595, la llevaron en una litera (esto fue cuando se la quisieron quedar). El recorrido era siempre el mismo: desde la ermita o desde el convento venía a Villaverde y desde aquí, cruzando el Siete Arroyos, a Sevilla por el camino de Alcalá, atravesando este pueblo y cruzando el Guadalquivir por la barca puente; después atravesaba la Rinconada y llegaba a Sevilla por la antigua Calzada. Su primera parada en la capital era en el hospital de las Cinco Llagas, donde la familia Enríquez de Ribera le dedicaba los primeros cultos; días después entraba en la ciudad por el arco de la Macarena y la calle San Luis hasta la iglesia de San Marcos; allí, y posteriormente en la iglesia de San Salvador, se celebraban cultos organizados por su cofradía y devotos, terminados los cuales venían a recoger a la Imagen los dos cabildos, eclesiástico y municipal, que en procesión solemne la trasladaban a la catedral, donde presidiendo el altar mayor se le dedicaba una o varias novenas. Terminados los cultos, la Virgen volvía haciendo estación en los mismos lugares que en la ida.

Estos traslados tenían carácter mitad de procesión, mitad de romería: la Virgen iba y volvía bajo palio y los hermanos acompañaban con hachas encendidas; en cada término municipal le esperaba el clero con capa pluvial y cruz parroquial. Era tanta la gente que acompañaba que se pedían permisos para atravesar los pueblos y para que las personas pudieran descansar y refrescarse en los mismos; igualmente se preveían barcos en Alcalá para cruzar el río, ya que con la barca puente no era suficiente.

La Hermandad posee documentos de visitas de la Virgen a Sevilla durante el siglo XVI en seis ocasiones: 1566, 1571, 1580, 1589, 1595 y otra en fecha no precisa. Con la llegada de los franciscanos se firmaron las escrituras de entrega, y en ellas la séptima condición era que cada vez que la ciudad de Sevilla pidiera la Imagen por falta de agua o por remedio de enfermedades, los religiosos la entregasen. Así se hizo en 1595, 1605 y 1640. Unos diez religiosos del convento acompañaron en estos traslados a la Virgen.

La Virgen de Aguas-Santas, además, viajó expresamente a Alcalá del Río en varias ocasiones: en 1668 con motivo de una sequía y en 1800 y 1807 por epidemias. También hay constancia de una visita de la Virgen a Cantillana y otra a Brenes, las dos por epidemias de peste. A Cantillana la llevaron en 1602, dedicándole una novena de rogativas; cuando acabó la misma, como no devolvían a la Imagen, ésta se bajó desde el trono al altar y, al ver el prodigio, la llevaron a su ermita. En 1649 la peste asolaba Sevilla y los de Brenes solicitaron visitara su pueblo la Virgen de Aguas-Santas; cruzando la barca puente, les llevaron la Imagen el día de la Cruz de Mayo y al siguiente la devolvieron al convento; el contagio no les llegó y, además, se curaron milagrosamente en el pueblo cinco apestados fugitivos de Sevilla.

Pero los villaverderos no se conformaban con subir al convento o salir al cruce de caminos a despedir a su Patrona cada vez que viajaba; también ellos querían sentir la presencia aún más cercana de su visita. Y así la Virgen vino a Villaverde cuando la peste de 1649; nadie se contagió de la epidemia y su intercesión fue recogida por Fray Juan Alvarez como milagrosa. Otra ocasión en que la Virgen de Aguas Santas estuvo en Villaverde fue en 1680, con motivo de otra sequía. En 1734 le dedicaron una novena de rogativas por falta de agua, y en 1800 otra por una epidemia de cólera. Las dos últimas fechas en que la Imagen de la Virgen vino a nuestro pueblo antes de su traslado definitivo fue en 1833 y 1834. La trajeron a causa de nuevas epidemias.

El 31 de Enero de 1836, la Virgen de Aguas Santas vino definitivamente a quedarse en el pueblo. En conmemoración del 150 aniversario de este traslado la Imagen volvió a su ermita el 2 de Junio de 1985 por un día, el día de su romería, la Misa del Convento . También con el mismo motivo realizó dos salidas extraordinarias, recorriendo su antiguo itinerario por las calles de Villaverde.

 

"DIOS TE SALVE, VIRGEN PURA,
DE AGUAS SANTAS SACRA AURORA,
REINA DE LAS JERARQUÍAS,
DE VILLAVERDE PATRONA."

 

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Popularmente, el día 8 de Septiembre, festividad de la Natividad de la Virgen María, es llamado en Villaverde como "Día de la Virgen". Es el día más grande para los villaverderos, vivido muy intensamente durante las veinticuatro horas.

 

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Nuestra Hermandad tiene como sede Canónica la Parroquia de la Purísima Concepción en Villaverde del Río y al mismo tiempo es parte importante de nuestra historia y de los cultos anuales la Ermita erigida en el Antiguo Convento Franciscano de Villaverde del Río.

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La Romería del Convento, así es como todo el pueblo de Villaverde llama a la Romería que se celebra en honor de la Virgen de Aguas Santas. Por iniciativa popular, alrededor del año 1500 comenzaron a celebrarse las romerías alrededor de la ermita y el convento.

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