"La calle queda en silencio,
la gente sin voz aclama,
cuando sale de su templo
nuestra Madre de Aguas-Santas."
(Canción dedicada a la Virgen.)
Popularmente, el día 8 de Septiembre, festividad de la Natividad de la Virgen María, es llamado en Villaverde como "Día de la Virgen". Es el día más grande para los villaverderos, vivido muy intensamente durante las veinticuatro horas.
El día comienza con alegres pasacalles de bandas de músicas para animar el ambiente hasta que dé comienzo la Función de Iglesia, en donde todos los hermanos y hermanas hacen Protestación de Fe. Es tradición que a dicha celebración todas las muchachas y mujeres acudan luciendo la clásica mantilla española.
Una vez concluida dicha celebración, tiene lugar uno de los momentos más emotivos de todo el día: El Traslado de la Virgen de Aguas Santas desde el Altar Mayor hasta su Paso Custodia. Es impresionante contemplar cómo todo el pueblo abarrota el templo en espera de este momento indescriptible. Mientras se entona la Salve, el Párroco sube al Altar para tomar a la Imagen entre sus manos y pasarla a las de los sacerdotes hijos del pueblo hasta llegar al paso situado en la mitad de la iglesia. Mientras ocurre esto, por las mejillas de todos lo que lo contemplan no dejan de caer lágrimas, bien de emoción, de alegría, o de dolor. Pero estas lágrimas se transforman en palmas y Vivas a la Virgen en el momento en que Ésta es colocada en su Paso Custodia por el sacerdote. A continuación, se le canta el himno mientras se espera ansioso a que la Virgen salga a la calle un año más.
A las 10 de la noche tiene lugar la salida de la Virgen, que es llevada en andas por todos sus hijos. Un largo recorrido le espera por las calles de Villaverde, iluminado y engalanado como se merece la Madre de Dios. Es tradición que la Virgen se pare de puerta en puerta, saliendo el cabeza de familia a depositar una limosna a los pies de Ésta. Al mismo tiempo, el más pequeño de la casa es sentado en las andas hasta la parada en la siguiente casa. También, según la tradición, al pararse la Virgen ante cada puerta, los hijos salen a su encuentro para tomar sus andas y gozar así del privilegio de llevar sobre sus hombros a la Imagen de Nuestra Señora. ¡Qué bonito es ver cómo se va parando la Custodia de puerta en puerta y contemplar a las familias enteras esperando su llegada! ¡Qué agradable el aroma a nardo que deja la Virgen tras su paso! ¡Qué pena tan grande el tener que esperar un año entero para que la Virgen se pare otra vez en tu puerta!
Otro momento igualmente emocionante ocurre cuando la Custodia llega a una casa en donde hay un enfermo, un impedido o una persona mayor. Entonces, se le vuelve la Virgen para que así puedan verla cara a cara y contemplar toda la sencillez y grandeza que encierra la Virgen de Aguas Santas.
Cuando la Virgen llega de nuevo a la iglesia, ya en el amanecer del día siguiente, tiene lugar la tradicional puja de las cuatro maniguetas del Paso. Aquel que ofrezca más dinero tendrá el honor de llevar sobre sus hombros a la Virgen e introducirla en el templo, en donde estará hasta el ocho de Septiembre del año siguiente. Normalmente, la puja la realizan aquellas personas que tienen que agradecer algún favor concedido por la Virgen.
Durante toda la noche que la Virgen de Aguas Santas está en la calle, no dejan de dirijirle miradas, plegarias y rezos. Multitud de gente acude a contemplarla desde los pueblos vecinos y desde Sevilla. Además, todo villaverdero que vive lejos del pueblo, se desplaza ese día para estar cerca de Su Madre en esa noche tan especial, en la que la Virgen de Aguas Santas va a visitar las casas de todos sus hijos. Por eso, cuando a un villaverdero se le pide que describa la noche del ocho de Septiembre, su respuesta siempre es:
"Una noche que no es noche..."